miércoles, 23 de noviembre de 2011


EL UNIVERSO, LA VÍA LÁCTEA Y EL SISTEMA SOLAR

Fuimos nosotros, los griegos que comenzamos a nombrar algunas estrellas y constelaciones en nuestra mitología, costumbre que se fue enriqueciendo a lo largo de diversas épocas de investigación del Universo, de forma tal que durante la Edad Media y el Renacimiento, los astrónomos continuaban nombrando a los planetas, las estrellas y las constelaciones con nombres de dioses y héroes, hasta el siglo XX, en que notaciones numéricas sustituyeron gran parte de nuestra tradición griega.

Una considerable parte creía y afirmaba que el centro de nuestro sistema planetario era la el Sol como algunos seguidores de Pitágoras y también Heráclides Ponticus en el siglo IV antes de nuestra era, pero otros creían en la teoría geocéntrica, como Ptolomeo planteó en su obra "Composición Matemática" explicando que la Tierra estaría fija en el centro del universo, y la luna, el sol y los planetas, girando en torno suyo. Este sistema prevaleció hasta el Renacimiento, en que se impuso la teoría de Copérnico.

Copérnico, en cambio, con su sistema heliocéntrico, expuso que el Sol es el centro del universo y es la Tierra la cual gira al rededor de él. Johannes Kepler, después de analizar las observaciones de Tycho Brahe, construyó sus tres leyes en 1609 y 1619, basado en una visión heliocéntrica donde los planetas se mueven en trayectorias elípticas. Usando estas leyes, él era el primer astrónomo en predecir con éxito un tránsito de Venus (cerca del año 1631). Las ideas de Giordano Bruno superaron el modelo copernicano proponiendo que el Sol era simplemente una estrella, así como que el universo había de contener un infinito número de mundos habitados por seres inteligentes. Otro heliocentrista, Galileo Galilei, defendió el la teoría de Copérnico y es considerado como el «padre de la astronomía moderna», el «padre de la física moderna» y el «padre de la ciencia».

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